Trabajar para fortalecernos

trabajar blog

La crisis del Covid-19 está poniendo a prueba la fortaleza del sistema sanitario y asistencial de Gipuzkoa, y también la de nuestro tejido económico y productivo, que se está viendo afectado durísimamente por las medidas de confinamiento y restricción de la actividad económica.

Sectores como el turístico, el comercial y el hostelero son los que más están padeciendo estos efectos, por haber tenido que cesar su actividad por completo y desde el inicio de esta crisis. Pero tampoco podemos dejar de lado la afección en la industria, que es uno de los motores de nuestro modelo socioeconómico, o las dificultades que atraviesan nuestros baserritarras para comercializar sus productos, con el agravante de que constituyen un sector que ya venía de una situación muy compleja.

Hemos pasado de una expectativa de desaceleración, a una crisis con mayúsculas completamente inesperada. Organismos como el FMI hablan ya de una recesión sin precedentes próximos y se remiten en sus comparaciones al crack del 29. Otros expertos y expertas sostienen que el mundo y la economía han superado circunstancias mucho más extremas que la actual, como dos guerras mundiales, y auguran una recuperación más o menos rápida una vez la pandemia se controle.

En lo que sí existe un consenso amplio, es en que la dureza de las consecuencias va a exigir que todos demos lo mejor para salir adelante, y que el impulso de la actividad económica va a estar en primera línea de los distintos organismos supraestatales, estados e instituciones del mundo.

La Diputación, obviamente, no es una excepción. Desde el principio, hemos volcado nuestros esfuerzos en dos prioridades: una, la sanitaria, con especial hincapié en los centros y residencias de nuestro sistema de atención social; otra, el mantenimiento de nuestro tejido económico y del empleo, especialmente el de las pequeñas empresas y los autónomos, es decir, los eslabones más vulnerables de la cadena.

Si algo caracteriza a nuestro territorio, es la conjunción de competitividad económica y cohesión social. Somos capaces de crear empresas punteras e innovadoras, alentamos la iniciativa privada y el emprendizaje, siempre con la premisa de sostener una sociedad equilibrada, con pocas diferencias económicas y sociales, que no deje a nadie atrás. Una comunidad con pocas desigualdades equivale a una comunidad más fuerte. Ahí radica el orgullo de Gipuzkoa.

Como escribía al principio, el Covid-19 amenaza de lleno con erosionar esa fortaleza, al constituir un torpedo contra ese tejido económico que constituye nuestra línea de flotación, la base que nos permite contar con recursos suficientes para mantener un sistema de protección social modélico. Una red que evita que quienes atraviesan dificultades económicas caigan, que atiende a nuestros mayores, a las personas con discapacidad, y a cualquiera de nosotros y nosotras cuando tenemos alguna enfermedad.

Por eso me parece injusta, simplista y, en algunos casos, interesada, la disyuntiva que algunos quieren establecer entre salud y economía. “La salud es un gran activo personal, pero es que la producción de bienes y servicios ayuda a mantener esa salud”, señalaba recientemente la catedrática Mari Carmen Gallastegi en un artículo de prensa. Efectivamente, más allá de posturas maximalistas que pregonan el cierre total, el verdadero reto consiste en compaginar la actividad económica y el empleo con las garantías sanitarias, adoptando cuantas medidas sean necesarias para ello.

Desgraciadamente, la tentación de utilizar el miedo de la ciudadanía –legítimo y comprensible- en beneficio propio, o con afán de dañar al adversario político, no es, ni mucho menos, nueva en política. Lo estamos viendo ahora también, en una postura aderezada con la clásica –y arcaica- dicotomía patronal/trabajadores, que de ningún modo representa la realidad, pero que hay quien se empecina en exprimir buscando réditos políticos.

No, aquí no hay conflicto de interés alguno. El tejido económico de Gipuzkoa lo componen, en un porcentaje superior al 90%, pequeñas y medianas empresas. Tenemos, además, un modelo cooperativo enraizado, caracterizado por la participación de los y las trabajadoras en la gestión y toma decisiones. La ecuación, por tanto, es muy simple: dejar caer ese tejido económico mientras nos quedamos en casa de brazos cruzados, es nefasto para el conjunto de la sociedad. Y al reves, cuanto más seamos capaces de mantener la actividad, más pronta será la recuperación de esta crisis, y mayor el beneficio para todos y todas.

Toca, por tanto, apretar los dientes y resistir. Estar a la altura, actuar con responsabilidad, trabajar en red, hacer honor a ese espíritu de auzolan que nos caracteriza y colaborar para salir reforzados de este reto. No hace falta inventar la pólvora, sino demostrar con la práctica esos valores que han permitido, históricamente, a Gipuzkoa convertirse en un territorio próspero, con calidad de vida, y equilibrado, y superar vicisitudes mucho más duras que la actual.

En la Diputación ya estamos preparándonos para el escenario post-pandemia, elaborando un plan de normalización y activación de la vida económica y social del territorio, con iniciativas detalladas para la reactivación de la actividad. Estamos en permanente contacto con los distintos agentes, instituciones y entidades para afrontar las consecuencias del Covid-19, y no cejaremos en nuestro empeño de potenciar todo aquello que nos hace fuertes como sociedad.

 

Interesgarriak:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *