Hoy hemos tenido teatro de calle organizado por el Departamento de Igualdad que lo preside tan bien Mariana Aranburu. Mucho frio pero divetido. En Zarautz hay actividades para todos los gustos y también en invierno. La sesión de teatro de hoy tenía como objetivo concienciarnos de lo mucho que todavía nos toca hacer a todos por la igualdad entre hombres y mujeres.
Pikor teatro nos ha presentado a dos angelicales viejecitas a bordo de su silla de ruedas automática y recién fugadas de la residencia donde vivían como recorren atónitas las calles del pueblo; los celadores las buscan pero ellas ya han tomado una decisión: se acabó lo de ser un trasto apartado a un rincón. De apariencia frágil, allá donde van la lían; eufóricas por la excitación de sentirse libres, acometerán, ante nuestros ojos, proezas impensables para su edad. Quieren ser autónomas pero no pueden evitar se dependientes, necesitan al público. Ellas bailan solas, quieren ver el mar y pueden ser peligrosas -advierte el cartel que los responsables de la residencia han colgado por todo el municipio-. Mejor seguirles la corriente. Homenaje a los viejos y viejas felices que siguen teniendo sueños, dispuestos siempre a conquistar el mundo, socarrones, bebiendo la vida a tragos largos.