Dando vueltas a los últimos acontecimientos en torno a la gestión de residuos en Gipuzkoa, en concreto al debate sobre el sistema de recogida puerta a puerta de Usurbil, ha asomado a mi cabeza el título de una película de Ang Lee, Sentido y sensibilidad, basada en una novela de Jane Austen. Y no porque haya ninguna relación temática entre una cuestión y la otra, sino porque lo que ha demostrado recientemente el alcalde de Usurbil al proponer una moratoria para la construcción de la incineradora es precisamente eso: una falta de sentido (común) y sensibilidad alarmantes.
El vertedero de Urteta, en Zarautz, es uno de los tres que quedan en Gipuzkoa, junto a los de Beasain y Azpeitia. Pese a estar cada vez más cerca del límite de su vida útil, deberá permanecer abierto hasta 2013, fecha en la que está previsto que empiece a funcionar la incineradora que permitirá el cierre de los tres vertederos que reciben, junto al de Igorre (Bizkaia), los residuos de toda la provincia. En un ejercicio de responsabilidad y sensibilidad, a Zarautz llegan al mes millones de kilos de basura del resto del territorio de Gipuzkoa, gracias a lo cual, entre otras cosas, fue posible el cierre del vertedero de San Marcos, en Donostialdea, el 13 de octubre de 2008.
Las molestias que el aluvión de basura ha ocasionado a los zarauztarras, y en especial a los vecinos del barrio de Urteta, son más que evidentes. Paso de camiones continuo por las calles del pueblo los siete días de la semana, ruido, olores y proliferación de gaviotas. Entendemos que existe un problema serio con los residuos en Gipuzkoa y que en situaciones así siempre hay alguien que tiene que ceder. Pero no estamos dispuestos a aceptar de ningún modo que el alcalde de Usurbil, enardecido por el pírrico triunfo que acaba de obtener en el referéndum en su pueblo (un 56%), ponga piedras en el camino de una solución que esperamos como agua de mayo.
Plantear el puerta a puerta como alternativa integral para la gestión de los residuos no tiene ni pies ni cabeza. Siempre hay un porcentaje de basura que no se va a reciclar, reutilizar, ni compostar. Hay que cerrar el proceso de alguna manera, o enterrándola en vertederos, o incinerándola. Las Juntas Generales aprobaron por amplia mayoría la segunda opción, considerando que los vertederos son la solución menos sostenible, y que los de Gipuzkoa no dan ya abasto. Lo que no dice Xabier Mikel Errekondo es qué piensa hacer él con la basura restante. ¿ Seguir enviándola a otros municipios –como muchos usurbildarras se ven impulsados a hacer ?. Si viviera en Zarautz probablemente pensaría de distinta manera, pero la empatía ni se compra ni se vende. Se tiene o no se tiene.
Especialmente sangrante es que, además de no ponerse en el lugar de los demás, Errekondo y ANV enarbolen la bandera de la sensibilidad ecológica, planteando el debate en términos maniqueos y poniéndonos al resto como ogros, partidarios del desarrollismo más salvaje. Porque ni mucho menos es ajustado a la realidad. El Plan de Gestión de Residuos apuesta por la prevención, evitando la generación de residuos, la recogida selectiva, el compostaje y el reciclaje. Este año está previsto implantar de manera generalizada el quinto contenedor (materia orgánica); se está financiando la construcción de los garbigunes; y se ha puesto en marcha la planta de compostaje de Lapatx y ampliado la de clasificación de envases, entre otras infraestructuras y actuaciones previstas.
La incineradora es el último eslabón, imprescindible en ese proceso, y forma parte, aunque se empeñen en negarlo, de un plan basado en la sostenibilidad, el consenso interinstitucional, y en las directrices establecidas por la Unión Europea. Por cierto, en Cataluña, pionera del puerta a puerta desde hace diez años, la basura recogida mediante este sistema únicamente se aplica al 4% de la población total. Nosotros nos oponemos al mismo, por su coste económico, su escasa flexibilidad, y la falta de higiene e intimidad y las molestias que acarrea, y porque consideramos que la experiencia de Usurbil dista mucho de ser el cuento de hadas que nos han contado.
Como método de recogida todo es discutible, y no nos cerramos al debate, pero lo que no puede hacerse de ningún modo es presentar el puerta a puerta como la panacea que hará desaparecer la basura en su totalidad, y menos obviando las molestias que de manera callada –hasta ahora- están padeciendo miles de personas que viven a muy pocos kilómetros de Usurbil, a los que nos está tocando tragar. Es tener poco sentido (común), y menos sensibilidad.