
En medio del ruido, los reproches y las polémicas interesadas, conviene recordar algo esencial: la verdad importa. Y en la historia del Cerro de San Bartolomé, conocer todos los detalles del proyecto es clave para no caer en bulos, distorsiones ni discursos demagógicos. Lo que está en juego no es solo un espacio físico, sino un modelo de ciudad.
La transformación del Cerro de San Bartolomé ha sido, sin duda, uno de los proyectos urbanos más ambiciosos y complejos de Donostia en las últimas décadas. Una operación marcada por grandes retos económicos, decisiones valientes y acuerdos colectivos que han hecho posible regenerar un espacio clave de la ciudad.
Hablamos de una actuación integral en pleno corazón de Donostia: más de 13.000 m² de espacios libres, jardines, plazas, nuevos equipamientos comunitarios y terciarios, mejoras de accesibilidad, garajes y 534 viviendas. Todo ello en el corazón de la ciudad.
Tras varios intentos fallidos y dos sentencias judiciales del TSJPV y del Tribunal Supremo, en 2008 se aprobó finalmente una nueva propuesta de regeneración. Nació entonces la Sociedad San Bartolomé Muinoa, encargada de gestionar todo el desarrollo. El proyecto contemplaba el derribo y realojo de 174 viviendas y locales, el traslado de los cuarteles de la Policía en Aldapeta y la construcción de un nuevo colegio para la Compañía de María. La viabilidad económica dependía de previsiones ambiciosas: ventas de viviendas libres por encima de 9.000 €/m², aprobadas en el mandato del socialista Odón Elorza.
Sin embargo, entre 2008 y 2012, la gran crisis económica global golpeó con fuerza. Los derribos ya estaban iniciados, las familias fuera de sus hogares, y sobre la mesa un préstamo de 100 millones de euros. Las ventas, paralizadas y muy por debajo de lo previsto (en torno a los 5.000 €/m²), dejaron la operación al borde del colapso.
Pero Donostia supo actuar con responsabilidad. En 2015, bajo el mandato de Juan Carlos Izagirre (EH Bildu) y con el apoyo unánime de todos los grupos políticos del Ayuntamiento, se aprobó una modificación del Plan General que reequilibraba el proyecto sin perder su ambición ni su valor público. Se decidió transformar parte del antiguo edificio del Colegio Compañía de María en una parcela hotelera, reubicar las viviendas previstas hacia el sur del Muro y añadir un espacio comercial semienterrado en la ladera de Aldapeta, donde ya existía una previsión comercial.
Ese acuerdo fue mucho más que un trámite técnico. Fue un ejercicio ejemplar de diálogo, gobernanza abierta y visión compartida para salvar un proyecto clave para la ciudad. Y así se avanzó hasta consolidar, en 2025, un nuevo barrio plenamente integrado y dinámico en el centro de Donostia.
Hoy, San Bartolomé es una realidad. Bajo el liderazgo de Eneko Goia, el Ayuntamiento ha cumplido con el planeamiento aprobado, salvo por una excepción: la ejecución del espacio comercial en Aldapeta, que ha sido sometida a revisión y debate. Lejos de caer en imposiciones o errores del pasado, el equipo de gobierno, liderado por Eneko Goia, ha decidido actuar con prudencia, con sentido común y escuchando tanto a la ciudadanía como a los partidos del Ayuntamiento.
Porque gobernar también es escuchar, es actuar con serenidad y priorizar el bien común frente a las batallas personales o partidistas. Esa es la diferencia entre construir ciudad o instalarse en el conflicto permanente.
La experiencia de San Bartolomé demuestra que las ciudades no solo se levantan con planos y cemento. También se construyen con inteligencia política, con participación ciudadana y con liderazgo compartido. Hoy, este barrio representa un nuevo modelo urbano: equilibrado, sostenible y profundamente donostiarra.
Y frente a todo ello, Odón Elorza ha perdido. Sus palabras, contradicciones y actos no cambian los hechos.
Eneko Goia ha acertado. Porque ha actuado con cautela y certidumbre, ha respetado los acuerdos políticos y ha dado espacio al diálogo. Ha cumplido con Donostia. Y lo ha hecho con la verdad, con responsabilidad y con mirada de ciudad.
Los que trabajan desde la responsabilidad, seguirán acertando. Los que se oponen al interés general, seguirán fracasando.
Gana Donostia. Gana Eneko. Pierden los contra.