Artículo publicado en el suplemento especial Planeta Digital.
Especial 25 aniversario de diariovasco.com 2020-11-29
La actual crisis ha provocado una aceleración de los cambios económicos, sociales y políticos que ya venían produciéndose de forma vertiginosa, dando lugar a una incertidumbre generalizada. En tiempos de zozobra, se activan los sentimientos de nostalgia: queremos volver al sitio donde estábamos y tal y como estábamos, nos aferramos a nuestras zonas de confort, y buscamos culpables de lo que nos está sucediendo. El dedo apunta a la política.
Poco vale de ese pasado cercano en un futuro inminente. Se acelera el pensar, el decir y el hacer. Todo sucede al momento, y no hay espacio ni tiempo para el debate sosegado, ni la construcción de consensos. La ciudadanía quiere respuestas rápidas y fáciles a problemas complejos y plagados de matices. La difícil paradoja actual estriba en que los responsables institucionales debemos manejar escenarios de alta complejidad que requieren anticipación y adaptación, encontrar un equilibrio muy difícil entre estabilidad y cambio, en un contexto social de rechazo a la política –la palabra desafección empieza a quedarse corta-, y renuencia a los cambios.
Ante ello, urge poner la tecnología al servicio del interés público y el bien común. El proceso de digitalización que ya vivimos en la economía y las relaciones sociales, debe llegar también a la gobernanza, aún a remolque de estos ámbitos. Debe ponerse al servicio de la regeneración democrática, la lucha contra los populismos, y contra la desigualdad. Sus enormes capacidades son fundamentales para que la ciudadanía juegue un rol más activo en la gestación, implementación y evaluación de las políticas que les afectan. Y sus implicaciones son de tal calado que exigen reformular muchas de las formas de hacer del sector público: no solo en clave de desburocratización y eficiencia, sino de construcción compartida de las políticas públicas.
La UE ha marcado claramente el camino a seguir, adoptando un papel activo en la reconstrucción, y recordando que tan importantes como las decisiones para paliar los efectos económicos de la crisis, son las enfocadas a las grandes transiciones en curso como la digital. Las recientes declaraciones de Ursula Von der Leyen sobre el potencial de Euskadi dejan claro que el futuro no pertenece solo a los grandes, y que pequeñas naciones como la nuestra tienen la capacidad de adaptación y la flexibilidad de su lado.
La gobernanza digital es fundamental para acelerar la salida de la crisis. Liderar el cambio exige que nos hagamos cargo del estado de ánimo de la sociedad y de su sufrimiento, abriendo escenarios de futuro y dotando de instrumentos para una ciudadanía digital activa, amparada en las posibilidades de organización y co-creación. En un momento en el que las emociones están a flor de piel, el fundamento de la gobernanza que viene consistirá en canalizar los buenos sentimientos y los valores comunitarios que siempre nos han caracterizado son la clave de la gobernanza que viene, alimentando la acción pública y complementándola, de abajo arriba. La política que gana, convence y seduce es la que contagia ilusión y energía movilizadora.
La dinámica de trabajo Etorkizuna Eraikiz de la Diputación Foral de Gipuzkoa nació, precisamente, para enriquecer la interacción público-privada desde la colaboración y la experimentación, respondiendo así a las necesidades de un tiempo complejo y a la construcción del futuro. Ahora sabemos, fehacientemente, que esa construcción será también digital, o no será.