El camino más corto

trump

Donald Trump ha conseguido llegar a ser el presidente de los EEUU alentando los sentimientos más oscuros de la condición humana. Alimentándose y alimentanto el miedo, la intolerancia, el odio. Ha humillado y vejado, insultado y amenazado, despreciado y atacado de forma sistemática a millones de personas. Trump no es un bufón, un provocador inofensivo, un outsider que hace equilibrismos en la cuerda de lo políticamente incorrecto. Ha ido mucho más allá. Su discurso hace saltar por los aires todos los valores en los que se sustenta la democracia y la convivencia entre los seres humanos. Todo aquello por lo que tantas personas han luchado y dado su vida durante tanto tiempo.

Siempre digo que en la política, como en la vida, no vale todo. Que hay líneas rojas que no se pueden sobrepasar. El camino correcto suele ser normalmente el más largo y el más arduo. Es mucho más fácil enfrentar y dividir que unir y construir. Es mucho más rentable el populismo que la coherencia y la responsabilidad . Rentable, entiéndaseme, para quien quiere medrar en la vida pública a título individual, pero con funestas consecuencias para la sociedad. La historia nos lo demuestra con numerosos ejemplos, muchos de ellos recientes. Pero parece que estamos condenados a tropezar con la misma piedra. Habrá más episodios como este.

Trump no es políticamente incorrecto. Limitarlo a eso es no calibrar el alcance de su figura. Su discurso es inaceptable ética, moral y políticamente. Trato de ponerme en la piel de las millones de personas que lo han aupado a la presidencia. De comprender el peso que la falta de expectativas, la incertidumbre y el empobrecimiento han podido tener en su decisión -no deja de chirriarme que un multimillonario estrafalario se convierta ahora en la principal esperanza para las clases desfavorecidas-. Y sigo sin entender lo sucedido. Sus declaraciones y sus actos deberían haberlo dejado fuera de la carrera de la presidencia hace tiempo, porque evidencian que no respeta a nadie más que así mismo, y porque atentan contra lo más básico: la igualdad, la dignidad, el respeto, la tolerancia.

El reality se ha terminado y llega la realidad. Acabó la broma. La democracia es algo muy serio, algo que solo se valora, como la salud, cuando flaquea y desaparece. Veremos.

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