Bildu no marcha

La sociedad guipuzcoana no podía imaginar ni en sus peores pesadillas que la gestión de los nuevos rectores de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la de  muchos alcaldes del Territorio pudiera llegar a estos extremos. Desde que accedió al cargo, Bildu se ha dedicado a paralizar trabajos ya iniciados, a repensar los proyectos estratégicos consensuados y a mentir utilizando para ello datos e informes manipulados. La sociedad guipuzcoana asiste atónita a este nuevo escenario en el que los nuevos gestores públicos se limitan a difamar, sin presentar proyecto político ni de gestión alternativa a la liderada hasta ahora por el PNV.

La anterior Diputación se caracterizó por liderar una nueva cultura política basada en la participación e implicación de todo tipo de agentes, asociaciones y de personas que durante años han dado lo mejor de sí. Una gestión acorde con la pluralidad y la complejidad político-social del Territorio. A Bildu le sobra arrogancia y le falta humildad para reconocer que la inversión en infraestructuras, la apuesta por el gasto social que se incrementó en casi un 60% a lo largo de la legislatura y los planes anticrisis puestos en marcha en su día por Markel Olano han sido acertados y valorados  muy positivamente también por el Comité de las Regiones de la Unión Europea, que puso a Gipuzkoa como ejemplo.

Transcurridos más de siete meses desde su investidura, el Diputado General Martín Garitano no ha presentado programa de gobierno alguno ante las Juntas Generales de Gipuzkoa.  Falta así al deber de cualquier gestor público recién llegado al cargo, que no es otro que exponer a la sociedad los proyectos y el modelo de progreso que propugna, con rigor y transparencia, para que la ciudadanía sepa a que atenerse. Desconocemos cuáles son las prioridades que según él tiene el Territorio o cómo pretende generar riqueza o puestos de trabajo, punto este último especialmente preocupante teniendo en cuenta que en sus presupuestos ha reducido drásticamente las partidas destinadas a inversión.

La única receta o propuesta para salir de la crisis que ha presentado Bildu es la misma de los gurús neoliberales: los recortes, la ausencia de inversión y el endeudamiento cero. El modelo guipuzcoano, el que ha llevado al Territorio a unas cotas de bienestar inimaginables hace décadas, es y ha sido otro muy diferente. Bildu, sin embargo, no ha presentado ni un plan para dinamizar la economía, obviando su responsabilidad ahora que le toca gestionar. Es más, si Gipuzkoa cuenta hoy con una partida de dinero para apoyar a las empresas, es gracias al PNV, que condicionó su apoyo a los presupuestos a dicha medida ante la actitud escatimadora de Bildu.

Nuestro partido puso en marcha en su momento el grupo Gipuzkoa Aurrera para la consolidación de una Gipuzkoa competitiva, reforzando el tejido económico y dando un impulso especial a las políticas orientadas a la innovación. Se trabajó también en la puesta a punto de una red de carreteras que conecta y vertebra el Territorio como expresión de una Gipuzkoa más equilibrada y cohesionada. De hecho, a Bildu no le ha quedado más remedio que reconocer al PNV el gran trabajo realizado en la mejora de la movilidad con la puesta en marcha de Lurraldebus y de las mejoras y descuentos que gozamos quienes somos usuarios de la tarjeta única. No parecen darse cuenta que los autobuses también van por las modernas carreteras ya construidas.

Los pueblos pequeños están siendo también parte de los perjudicados por la falta de ideas de la actual Diputación, que ha echado por tierra los programas específicos puestos en marcha la anterior legislatura. LandaGipuzkoa32 fue un programa dentro del cual se destinaron, también en época de crisis, más de 40 millones para proyectos de carácter básico equiparando así la calidad de vida en pequeños y grandes municipios, y en núcleos rurales y urbanos. Frecuentemente se le olvida a Bildu que la crisis no comenzó ayer, sino que extendió sus efectos sobre gran parte de la legislatura pasada. Sin embargo, todo lo que en su día la izquierda abertzale decía defender al otro lado de la pancarta hoy se evapora en sus despachos por arte de birlibirloque.

Nadie en Bildu se opone a esta nueva actitud de los nuevos dirigentes en los encuentros asamblearios que han celebrado recientemente. Hasta sus bases parecen haber asumido sin un ápice de crítica -probablemente con un punto de frustración- la transformación que ha obrado en la izquierda abertzale la llegada al poder. Esta deriva ideológica y la falta de un modelo propio han quedado en evidencia con el seguidismo que Bildu realiza en el departamento de política social. Pretendían dar al PNV lecciones de justicia social,  pero se han encontrado con un legado inesperado: y es que Gipuzkoa ha sido ejemplo en el modelo de gestión de los servicios sociales, con una gran red constituida por asociaciones, y agentes público- privados que hacen de nuestro Territorio todo un referente.

A lo largo de estos años se ha garantizado la calidad de vida de nuestros mayores, se ha protegido a los menores desatendidos y se ha ayudado a la integración de personas con discapacidad o en riesgo de exclusión. Todavía queda mucho por hacer, pero desgraciadamente Bildu no ha explicado entro otras cosas cómo piensa construir las residencias de ancianos Irun, Elgoibar y Usurbil que desde el PNV seguimos defendiendo, para reducir la lista de espera de aquellos que quieren acceder a una plaza. Sabemos que valoran de manera positiva lo que se ha hecho hasta ahora, pero desconocemos qué van a hacer para mantener el nivel y la calidad de los servicios que se han venido prestando, asegurando su sostenibilidad futura. Desgraciadamente, la inacción de hoy es el problema del mañana. La gestión de las basuras otro buen ejemplo de ello.

La sociedad guipuzcoana no puede permitirse que sus gestores estén continuamente mirando por el retrovisor para ver qué han hecho sus predecesores. Un partido político que tiene el presente y futuro de Gipuzkoa en sus manos debe mostrar otro estilo, más abierto y más participativo, que nada tiene que ver con el sectarismo demostrado hasta ahora. No se conoce en el mundo otro gobierno que en vez de defender el progreso en las infraestructuras espolee a su gente a manifestarse en contra de las mismas. Bildu no marcha, sólo mira hacía atrás para seguir protestando por lo que otros han hecho. El tiempo, sin embargo, pasa. Y rápido.

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