Gipuzkoa participa.

Noticias de Gipuzkoa me publica hoy un artículo sobre participación ciudadana. Dice así: Gipuzkoa necesita un liderazgo compartido, unir fuerzas en la misma dirección para hacer frente a sus retos estratégicos, que no son pocos. La Diputación Foral se ha tomado muy en serio este cometido, tal y como lo demuestra el Plan de Gestión 2007-2011, que aspira a impregnar de esta filosofía todos sus ámbitos de actuación.
Gipuzkoa somos todos, y como tal debe ser un proyecto compartido por todos, de una manera transparente y participativa. O es un proyecto compartido, o no será. Esta pretensión nace de nueva manera de practicar y entender la política. De una nueva cultura política basada en la colaboración entre los representantes políticos, entre éstos y los agentes sociales y económicos, y en la implicación de la ciudadanía.
La necesidad de la cooperación entre instituciones viene obligada por la complejidad y la pluralidad política del entramado institucional vasco. La recuperación de la bahía de Pasaia, en la que intervienen seis instituciones, o la carretera entre Azkoitia y Zumarraga, la Gi-631, son paradigmas de este nuevo modo de actuar. El diseño de ésta última se realizará con la implicación de cinco ayuntamientos y sus habitantes: Azkoitia, Bergara, Antzuola, Zumarraga y Urretxu.
Los agentes sociales y económicos tienen también un papel importante porque su cualidad de motores y su saber hacer los convierten en actores de primer orden. En ese sentido cabe destacar Gipuzkoa Aurrera, grupo constituido por Kutxa, Adegi, la Cámara de Comercio, Mondragón Corporación Cooperativa y Diputación Foral de Gipuzkoa, cuyo objetivo es el progreso económico de Gipuzkoa funcionando como una única comunidad de intereses. La unión hace la fuerza.
Pero sin lugar a dudas es la participación ciudadana el pilar básico de esta nueva manera de concebir la gobernanza. Las decisiones políticas tienen mayor legitimidad y eficacia cuando los ciudadanos toman parte en ellas, cuanto más sostenidas estén sobre la discusión. De hecho, no estamos inventando nada nuevo. El diccionario define la política como la “actividad de los ciudadanos cuando intervienen en los asuntos públicos mediante su opinión, su voto o cualquier otro medio”. El reto está, por tanto, más que claro: hay que devolver la política a la ciudadanía
Sin embargo, la realidad demuestra que los ciudadanos la perciben de manera cada vez más lejana. Ni siquiera Euskadi, que tradicionalmente ha tenido una sociedad civil activa y participativa, ha sido ajena a esta tendencia. Y una política divorciada de la ciudadanía pierde su esencia. En ese divorcio tiene mucho que ver el modo de actuar de la clase política. El interés de la ciudadanía respecto de los asuntos políticos depende en gran medida de la relación que los representantes políticos sean capaces de generar con ella, y ahí urge una gran autocrítica. Pero también influye en este alejamiento el hecho de que la sociedad sea cada vez más plural, compleja, y tendente al individualismo.
Sin embargo, la energía participativa ciudadana es el combustible del sistema democrático. Utilizando la terminología del catedrático Fernando Vallespín, es el software necesario para que el sistema institucional y el estado de derecho, es decir, el hardware, funcione como es debido. No se trata de poner en duda la democracia representativa como sistema, sino de ponerla en valor, de enriquecerla, de recuperar su verdadero valor, de hacer que sea algo más que una mera carcasa con periodicidad cuatrianual.
Hay que terminar de una vez por todas con la idea de que fomentar el debate y la participación, de que consultar, divide y crea crispación, porque es justo lo contrario: fomenta el compromiso político, obliga a razonar, a salir de uno mismo. Hasta la discrepancia conlleva una puesta en común y es sumamente enriquecedora. No se consulta para dividir, sino para compartir un proyecto. Hay que perder el miedo al desacuerdo, a que haya quienes no defiendan la propia postura.
El día que seamos capaces de asumirlo con naturalidad, preguntar a la ciudadanía dejará de tener carácter de excepcionalidad y será, como en otros países índice de desarrollo, normalidad política, y de un sistema mediático saludable y beneficioso. La creencia de que el ciudadano no está capacitado para ejercer su soberanía es una rémora del pasado que no tenemos superada. Lo está, si se le dan las herramientas y canales adecuados.
La participación ciudadana es algo mucho menos abstracto de lo que la gente cree. Es un derecho regulado legalmente desde hace muchos años, por ejemplo, en la capacidad de proponer leyes reuniendo firmas, o de pedir a los políticos que rindan cuentas sobre determinados asuntos. La figura del jurado en la justicia es otro ejemplo. Sin embargo, para llevar esta filosofía a la práctica en otros ámbitos de actuación es necesario contar con un corpus teórico, y en ese sentido la Diputación ha puesto en marcha otros dos proyectos: Parte-hartzea Landuz, un grupo de trabajo constituido por intelectuales y profesores de la UPV, Deusto y Mondragón Unibertsitatea; e Ikasi parte hartzen, un plan de formación diseñado junto a Baketik en el que ya han participado más de 300 personas.
Los Ayuntamientos, muchos de ellos de tamaño pequeño-mediano, constituyen la punta de lanza de este proceso de impulsar la participación ciudadana. Son, como bien destaca el profesor Fernando Pindado, los primeros que han entendido que “la mejora de la calidad del servicio que ofrecen pasa por mejorar la calidad de la democracia”. Y no es casualidad, porque en los municipios el sentido de vinculación y pertenencia a una comunidad es mayor. Pero ese sentimiento se desarrolla, precisamente, participando, porque nos sentimos vinculados si participamos dejando a un lado nuestros intereses particulares. Los municipios pueden ser, por tanto protagonistas de ensayos de participación muy provechosos antes de dar el salto a retos de mayor escala.
Es por ello por lo que la Diputación ha puesto en marcha el programa Kudeatuz, merced al cual se impulsarán cada año diez proyectos de participación en pueblos de Gipuzkoa. En Zarautz, sin ir más lejos, vamos a crear el Consejo Asesor del Turismo junto a los agentes del sector y hemos puesto en marcha distintas iniciativas para recoger las sugerencias de los ciudadanos. Habrá que trabajar sobre la marcha, dar pasos en falso y asumir las críticas, pero hasta éstas serán positivas, porque la única manera de avanzar en la participación es… participar.

Interesgarriak:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *